Pieza realizada con tierras urbanas recogidas en Poblenou, además de cristales, hojas y flores secas archivadas a lo largo de un tiempo.
Lo que me interesaba del proceso era el acto de recubrir un material orgánico fungible —las flores, las ramas, las hojas, los pétalos— con barro cerámico, para que una vez que se metiera en el horno, el cuerpo físico desapareciera y solo quedara su doble simbólico como una cáscara.
Me encantan los calendarios — o cualquier intento de análisis temporal —, este es un seguimiento de las flores de octubre a lo largo de tres semanas usando el jarrón de tierras urbanas, diseñado con otras capas de flores para reunir el tiempo transcurrido.